enero 25, 2013

No. 190, 1967


Me doy cuenta que estoy alejado de las evoluciones estéticas, ya que no puedo hacer absolutamente nada que no sienta profundamente. He tenido la suerte de rodar solamente los proyectos que me interesaban y de hacerlos libremente. Creo que uno está perdido cuando emprende proyectos que no se le parecen, o en todo caso yo lo estaría. Tengo fama de contar películas muy diferentes entre mis gustos, y puedo efectivamente comprender, un poco como Rivette, toda clase de películas y amarlas, películas sin ninguna relación con las que yo deseo hacer; lo que no me gusta son los films de apariencia, detesto profundamente el esnobismo y su hermano gemelo la exageración, y esto vale para 'Modesty Blaise', 'Trans-Europ-Express' pasando por 'Polly Maggoo', 'Anna', 'Help!', 'Pusy Cat', 'Privilège', 'Dragées au Poivre', 'A coeur Joie', los westerns de Mekas, todo lo que da la impresión de estar repleto de ideas cuando no tiene ni una, todo lo que parodia e intenta hacer el astuto, epatar a las gentes con el montaje corto, el zoom y la aceleración. Es éste un cine miserable, porque el director por su intención de mezclar los papeles espera escapar del juicio crítico. Esa actitud se parece a la de los neoyorquinos que compran rollos de papel higiénico en los que se han impreso falsos dólares creyendo demostrar su desprecio por el dinero. En realidad nadie se limpia con verdaderos dólares, por eso es inútil aparentarlo. Compremos papel blanco y contemos nuestras historias normalmente, asumiendo el riesgo de verlas analizadas, desmenuzadas, criticadas. Espero quedar libre de toda esa pseudo-fantasía (…)

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